Artículo de opinión de Maria Helena de Felipe, presidenta de Fepime Catalunya y vicepresidenta de Foment del Treball para el Comité Económico y Social Europeo.
Ante esta pandemia que nos está afectando, sobre todo a nuestros mayores y a nuestros conciudadanos de salud más precaria, plantearía una pregunta sobre si el virus es un producto de laboratorio que ha sido o no intencionadamente liberado. Siendo esto una incógnita para los ciudadanos de a pie, y sin descartar que tengamos una vacuna para otoño de 2021, ¿quién nos dice que no nos encontraremos el invierno que viene con otro virus con parecidas consecuencias al actual? (remontémonos a la gripe española de 1918).
Ante esta incógnita, ¿es el cierre de la economía y el uso masivo de los fondos de reserva de casi todos los países la vía para mantener el empleo y la economía productiva? ¿O quizá tendríamos que poner todos nuestros esfuerzos logísticos y económicos en dotar a nuestras sanidades de los recursos para analizar y atender las infecciones de nuestros ciudadanos y ciudadanas que lo requieran sanitariamente?
No creo que las economías mundiales puedan afrontar en 2021 una situación parecida ni remotamente, ni por los rescates ni por los endeudamientos, ya que las economías productivas caerán y con ello el empleo, y quizá nos encontraremos en un ciclo en el que los Estados tendrán que tomar el mando de la sociedad civil porque no habrá economía privada que lo pueda afrontar.
A la Unión Europea, que debería ejercer un liderazgo claro orientando el camino a seguir a sus miembros ante esta pandemia tanto a nivel sanitario como económico y social, ya no se la espera. Cada país ha tomado medidas de manera individualizada solo considerando las premisas de la OMS que, desde luego, de economía no sabe. Este es otro planteamiento de fondo para valorar el liderazgo de la UE.
Como una de las representantes en el Comité Económico y Social Europeo de las pymes europeas y españolas, que en nuestro tejido productivo implica una media de 2/3 trabajadores por pyme, considero que el daño emocional, económico y personal es irreversible. Conviene, por tanto, pensar en el futuro a corto y medio plazo, sin copiar las políticas sanitarias de países totalitarios que en nada se ajustan a una economía de libre mercado.
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