- En la Eurozona el número de parados en el primer semestre aumentó en 26.000 personas, lo cual implica que el aumento del paro en España –con 197.000- es 7,5 veces superior al de la región.
- Destaca la fuerte caída de los ingresos tributarios hasta el 12%, en el segundo trimestre del año.
- Se modera el crecimiento en los sectores económicos con una fuerte interacción social ligada a los nueve brotes epidemiológicos de COVID-19, que han endurecido las medidas de salud pública.
- Destaca la solvencia del sistema financiero español, que a diferencia de la crisis del 2008-2013, permite el flujo de crédito y sin él, el desastre coyuntural hubiese sido mayor
- Los efectos económicos de la crisis están siendo comparativamente más notables en la economía española, en términos de caída de PIB y de destrucción de ocupación.
Como ocurrió en la anterior crisis, España es el país que explica gran parte de la destrucción de ocupación. En la Eurozona, el número de parados en el primer semestre de 2020 aumentó en 26.000 personas, lo cual implica que en España – con 197.000- el incremento del paro fue 7,5 veces el de la región. Por todo esto, es fundamental que las medidas de acompañamiento de los ERTEs apunten al hecho que este instrumento sea transitorio y no definitivo, sobre todo en el turismo, la cultura y el deporte. Ante esta situación, la prioridad de la política económica del Gobierno debe ser salvar la ocupación y las empresas para evitar que de la crisis sanitaria y la crisis económica, se derive una crisis social sin precedentes. Una de las principales consecuencias para la economía española de la actual crisis es el fortísimo incremento del déficit público, en cuanto que el gasto estimado en el primer semestre por el COVID-19 llega a los 20.800 millones de euros.
La caída de la producción en Europa en la primera mitad del año fue la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial, con una contracción de la economía europea entre 25% a 30% por debajo de su capacidad en el período más estricto del confinamiento.
De esta forma, la Comisión espera que el PIB se reduzca un 8,8% en 2020, con un repunte del 6,0% en 2021. Estas previsiones son peores que las del informe de primavera, e implican una recuperación de la economía hacia finales de 2021 un 2,0% por debajo de los niveles anteriores a la crisis.
En cuanto a las recomendaciones, la OCDE también indica que hace falta invertir y destinar mayor cantidad de recursos a programas activos de empleo para crear nuevas oportunidades en los trabajadores desplazados.
Demanda y actividad. Confinamiento
Desde la perspectiva de la demanda, la aportación de la demanda nacional a la variación del PIB fue de -19,2 puntos y, por otro lado, la demanda externa contribuyó con -2,9 puntos.
Concretamente, se redujeron tanto las exportaciones de bienes (del -3,7% al -28,5%) como de servicios (del -11,2% al -60,2%), y dentro de estas, el gasto de no residentes en el territorio económico baja 68,3 puntos (del -25,4% al -93,7%). Hay que destacar, además, la fuerte caída del consumo privado y de la inversión, -25,7% y -26,8%, respectivamente.
Desde la perspectiva de la oferta, todos los sectores se contrajeron, registrando caídas entre el 20% y 30% interanual.
Según el Idescat, en el segundo trimestre, el PIB de Cataluña cayó un 21,3% interanual. El descenso intertrimestral fue de 16,9%.
Ya se dispone de datos que permitan evaluar las consecuencias que el período de confinamiento tuvo en la economía. Y por otro, empiezan a vislumbrarse las primeras señales de recuperación, aunque de manera desigual entre sectores. La evolución temporal de los indicadores presenta una forma de V asimétrica, es decir, caída pronunciada y recuperación más gradual.
La cifra de negocios de la industria se contrajo un 16,5% anual en la serie corregida para España, lo que implica un aumento de 13 puntos respecto al mes de mayo. El sector que ha tenido un comportamiento más estable durante esta crisis ha sido el de bienes de consumo no duradero, con una bajada de 5,5% en el primer trimestre del año respecto a igual período del año anterior. En Cataluña, el índice general bajó un 13,9% (media del conjunto de España: -11,4%).
En cuanto a los precios, se registra una disminución en España y Cataluña, mientras que a la Eurozona se observa la primera variación negativa desde el 2016. Resulta relevante esta ausencia de tensiones de precios tanto en cuanto permite que pueda trasladarse en los próximos años esa política monetaria acomodaticia al ciclo, que facilitará un mayor ritmo en la recuperación económica.
Desde Foment se posa énfasis en la necesidad de abordar planes como el implementado en Francia, donde se ha puesto en marcha un Plan de Relanzamiento, que atendida la crisis del COVID-19 también se focaliza a impulsar la economía del país con una visión a largo plazo, 2030, basado en tres pilares: la ecología, la competitividad y la cohesión social, que haría falta también incorporar en nuestro diseño de planes, y con una participación activa de los agentes económicos y sociales más representativos.
En este sentido, hay que contemplar el programa de ayuda europea, donde hay una parte significativa de ayudas directas, como una oportunidad única, de 140.000 millones de euros, que hay que focalizar especialmente a reforzar y mejorar la competitividad de nuestra economía, además de apaciguar los efectos negativos que sufren sectores y empresas debido a las restricciones de salud pública asociada a la COVID-19.
Finalmente, señalar que ante un nuevo contexto sanitario con nuevos brotes epidemiológicos de COVID-19 y ante la disposición de material preventivo (mascarillas, EPIs, etc.), resulta imprescindible un control más afinado de los brotes, que aleje el contagio comunitario, y exigimos una mayor responsabilidad en el conjunto de la ciudadanía, a fin de que se controle el contagio, y se suavice, en su momento, las restricciones sanitarias, a la espera de su resolución terapéutica (vacunas, tratamientos, etc.). Sin solucionar la crisis sanitaria no podemos solucionar la crisis económica, y hay que evitar que esta se convierta en una crisis social, dado el fuerte componente que en España se da en términos de pérdida de empleo.
Turismo
En cuanto a la actividad turística, durante los siete primeros meses de 2020, el gasto total de los turistas internacionales descendió un 72,6% respecto a igual período de 2019, alcanzando los 14.291 millones de euros en España, frente a los 52.360 acumulados a julio del año pasado. Cataluña representó el 19,3% del total de gasto, es decir, 2.758 millones de euros, lo que implica una caída de 77,7% en términos anuales.
Por su parte, hasta julio, llegaron a España unos 13,2 millones de visitantes, es decir, un 72,4% menos que en igual período del año anterior. Cataluña, segundo destino turístico de España –con 2,9 millones de visitantes, representando el 21,2% del total– registró una disminución de 75,6% anual.
Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y de Naciones Unidas (ONU), en 2019 el turismo representó el 7% del comercio mundial, y la masiva caída de ingresos de exportación del turismo por el COVID-19 podría reducir el PIB mundial hasta en un 2,8%; además de hacer peligrar de 100 a 120 millones de empleos directos en 2020.
Durante los primeros meses del año, la llegada de turistas internacionales se ha reducido en un 56% a escala mundial, con una caída del 98% en el mes de mayo. Esta reducción del turismo mundial se debe principalmente a las restricciones sobre la movilidad internacional, especialmente por vía aérea, debido al cierre de fronteras aplicado por la gran mayoría de países para tratar de frenar la propagación del virus. Se estima que, durante los primeros 5 meses del año, se perdieron $320 miles de millones en exportaciones del turismo (más de 3 veces el total de pérdidas durante la Crisis Económica Mundial de 2009).
La razón por la que la caída del turismo supone un impacto tan grande, no se debe solo al peso del propio sector en el total del PIB, sino por su efecto arrastre sobre otros sectores importantes de la economía, como la hostelería, el transporte, el ocio, la cultura, etc. Además, el sector turístico se caracteriza por ser muy intensivo en mano de obra (con alta presencia de mujeres y jóvenes), así como que la mayoría de empresas del sector (80%) son pymes y micro-pymes. La combinación de ambas características convierte a estos colectivos en grupos vulnerables dado su importante peso en el sector turístico y la grave afectación del COVID sobre este.
España es nada menos que la segunda potencia mundial en turismo (83,7 millones de turistas en 2019; con un gasto de 92,28 miles de millones de euros, según el INE), solo por detrás de Francia (90 millones de turistas aproximadamente).
Con un peso del 12,3% sobre el total del PIB, el sector turístico se erige como uno de los sectores clave de nuestra economía, y en especial en ciertas comunidades autónomas como Cataluña, quien representa el 25% del total del sector turístico español.
Es por ello que una caída tan fuerte del sector turístico acaba teniendo un fuerte impacto para ambas economías. Que a medio y largo plazo puede suponer graves consecuencias sobre la actividad empresarial y el empleo.
Ante esta situación, las Naciones Unidas y la OMT, han establecido 5 prioridades para reanudar el turismo, pero aprovechando la oportunidad para hacer de este sector uno más resiliente, inclusivo y neutral en cuanto a las emisiones de carbono. Estas prioridades son:
- Mitigar los efectos socioeconómicos en los medios de vida, en particular el empleo y la seguridad económica de las mujeres.
- Impulsar la competitividad y crear capacidad de recuperación, entre otros, mediante la diversificación económica y el fomento de las pymes.
- Avanzar en la innovación y la transformación digital del turismo.
- Fomentar la sostenibilidad y el crecimiento verde.
- Dedicar mayor atención a la coordinación y al liderazgo responsable.
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