- “No se han establecido ni evaluado los efectos de las actuaciones en el Eixample del programa Superilla Barcelona desde el punto de vista de la movilidad urbana y metropolitana en su conjunto. Las eventuales mejoras en unas calles se verán anuladas por el incremento de perjuicios en otros, teniendo en cuenta que cada día atraviesan el Eixample 300.000 vehículos”, dicen los empresarios de Fomento.
- Una estimación prudente nos indica que como consecuencia de la dificultad de acceso a la ciudad que provocarán las superilles se podría perder alrededor del 20% de la facturación del comercio y de la restauración (unos 3.500 millones de euros), especialmente en el centro y en el Eixample, circunstancia que comportaría la pérdida de unos 25.000 puestos de trabajo como mínimo.
Foment del Treball, y los sectores económicos en él integrados, consideran que el programa o estrategia de Superilla Barcelona en el Eixample es gravemente perjudicial:
- Desde la perspectiva medioambiental. El incremento de la saturación de las rondas y del Eixample generará un incremento de emisiones contaminantes y de ruido.
- Desde la perspectiva económica. Al desincentivar los desplazamientos hacia Barcelona (y la movilidad entre distritos y barrios) perjudicará muy gravemente al comercio de centralidad, a las industrias culturales, y a la industria de la restauración y el ocio, entre otros.
- Y desde la perspectiva social. La tanto gastada “pacificación de las calles” dará lugar al conflicto social y enfrentamiento entre ciudadanos y, incluso, vecinos, puesto que las eventuales mejoras en unas calles se verán anuladas por el incremento de perjuicios en otras; haciendo, además, la vida más difícil a las personas que viven fuera de Barcelona y trabajan en ella, y a aquellos que viven en Barcelona y trabajan en otras poblaciones.
El pasado 21 de diciembre se celebró en la sede de Foment del Treball una reunión entre el presidente de la entidad y los representantes de los sectores económicos determinantes para la economía de Barcelona, que representan el 80% del PIB de la ciudad y ocupan además a medio millón de personas, por un lado; y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y la segunda teniente de alcaldía y directora del área de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad del Ayuntamiento, Janet Sanz, de otra. Foment del Treball se mostró satisfecho por el compromiso con el diálogo.
Tal como se comunicó, en la reunión se constató junto con la aproximación en muchos temas, el amplio rechazo de los sectores económicos al modelo urbano que defiende el gobierno municipal, siendo el programa o estrategia denominada “Superilla Barcelona” uno de los más discutidos al encuentro.
Después de algunas pruebas en los distritos de Horta y el Poblenou, el equipo de gobierno municipal pretende ahora trasladar las superilles en el Eixample (y parte del distrito de Gracia) dónde ha decidido crear 21 “ejes verdes”.
Según el Ayuntamiento, las calles se transformarán en ejes verdes, “pacificados”, con un solo carril de circulación (a una velocidad máxima de 10 km/h), de preferencia peatonal, “con lugares de estancia, más verde, espacios de relación, juego y disfrute”. Los itinerarios posibles no permitirán cruzar con continuidad el Eixample en coche usando los ejes verdes. Los cruces entre los viales “pacificados” serán plazas y espacios de estancia, hecho que reubicará el estacionamiento y el mobiliario urbano actual. Así, en el calendario inmediato, esta primavera, habrá la conversión en “eje verde” de partes de las calles de Consell de Cent, Rocafort, Compte Borrell y Girona, creando cuatro grandes plazas, de unos 2000 m² en cada uno de los cruces entre estos ejes verdes.
Foment del Treball lamenta, en primer lugar, el uso de un lenguaje bélico (solo puede ser pacificado el que antes ha estado en guerra) por parte del Ayuntamiento para referirse al vehículo privado, el uso del cual los ciudadanos hacen perfectamente compatible con sus desplazamiento a pie o por otros medios. Ninguneando -además- que su fabricación da puesto de trabajo directo e indirecto a decenas de miles de barceloneses.
Hace falta, después, tener en cuenta que cada día atraviesan el Eixample 300.000 vehículos y que en la actualidad, según el RACC (Informe “Impacto en la movilidad del proyecto de Superilla Barcelona en el Eixample”) hay alrededor de 14,6 km de cola de vehículos acumulados en hora punta en diferentes tramos del Eixample. Con la creación del primer “eje verde” mencionado, las colas se incrementarán en un 26% pasando a colas de 18,9 km, al crecer la intensidad mediana de vehículos que circulan por las calles adyacentes al nuevo eje verde. Actualmente, partes importantes de las rondas y de vías como Gran Via, Aragon y Diagonal ya están saturadas. Esto denota poco margen de capacidad para absorber los desplazamientos expulsados del eje verde.
A efectos de la Superilla del Eixample hay que añadir, por el efecto acumulado que genera en el eje Norte-Sur (o Llobregat-Besòs), el tranvía por la Diagonal. Efecto acumulado que se verá agraviado en el eje Oeste-Este (o montaña-mar) por las actuaciones previstas y que se están ya tramitando en relación a Via Laietana, que -enmendando a Ildefonso Cerdà- prácticamente cortará el acceso de la ciudad con el mar entre la Avenida del Paral·lel y la calle Marina.
Es por eso que el RACC, en su informe concluye, entre otros cosas, que el impacto de la Superilla Barcelona (y el modelo global) requiere de una coordinación de alcance territorial para que existan alternativas viables y atractivas para el cambio modal esperado. Al contrario de lo que había que hacer, no se han establecido ni evaluado los efectos de las actuaciones en el Eixample del programa Superilla Barcelona desde el punto de vista de la movilidad urbana y metropolitana en su conjunto. Si no se hace así, el sistema de movilidad se tensará hacia el conflicto social.
Este conflicto se generará no solo por el incremento de colas y del tiempo que muchas personas tendrán que emplear para ir y volver al trabajo o en la ciudad (de compras o gestiones, o a actividades culturales, deportivas y de ocio), sino porque las eventuales mejoras en unas calles (los ejes verdes) van acompañadas del incremento de perjuicios en otros (las calles adyacentes a los ejes).
El programa Superilla Barcelona es un claro ejemplo de política equivocada, que tendría que ser rectificada. Es por eso que Foment pide la paralización del programa y abrir un diálogo constructivo con los agentes económicos.
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