- Aumentar el salario mínimo y analizar la oportunidad de una renta básica.
- Nuevas iniciativas de colaboración público privada en ámbitos de interés general como la educación y la formación de los jóvenes. Formación dual.
- Compromiso de las grandes corporaciones para liderar el debate del nuevo pacto social.
- Avanzar hacia a una armonización fiscal que permitirá favorecer el consumo i la demanda interna, estimular la industria e impulsar el emprendimiento.
- La desigualdad, la excesiva precariedad de muchos puestos de Trabajo y los salarios bajos son un factor de inestabilidad y pueden poner en riesgo el crecimiento económico.
El Instituto de Estudios Estratégicos, think tank de Foment del Treball constituido el pasado mes de marzo, defiende a su 1er informe un nuevo pacto social para facilitar un crecimiento económico inclusivo a partir de propuestas a favor de la distribución más equitativa de las rentas y de la justicia y pide a las grandes corporaciones que lideren el debate de esta transformación de la economía global para evitar la fractura social y el crecimiento de los populismos. Estas propuestas se presentarán en la Unión Europea de la mano de otras organizaciones europeas. El presidente de Fomento y del Instituto de Estudios Económicos, Josep Sánchez Llibre, entiende que «la Unión Europea debe trabajar en políticas antimonopolio para favorecer el crecimiento económico, estimular la industria europea y aumentar la recaudación fiscal».
En la presentación participaron también el vicepresidente coordinador, Jordi Alberich, y las vocales de la Junta del Instituto, Rosa Vergés y Rosa Nonell.
El informe recuerda que Europa vivió sus mejores años desde el fin de la II Guerra Mundial, especialmente después de la creación de la CECA y de la CEE en la década de los 50, hasta el estallido de la gran crisis de 2007. Tres de estas décadas conformaron los denominados «treinta gloriosos», aquel período en que, paralelamente a un gran desarrollo económico, se consolidó el estado social de derecho. Un gran pacto social facilitado por la política de acuerdos entre socialdemocracia y democracia cristiana que, a su vez, facilitaba el compromiso mutuo entre sindicatos y patronales.
Con la crisis que comienza en 2007 quedan en evidencia las muchas fragilidades de un modelo que, estimulado por factores como, entre otros, un acceso sin límite al crédito, creó la sensación generalizada de bienestar, cuando no de opulencia y una tendencia natural a la desigualdad. La desigualdad es una cuestión central del debate público y la manifestación más paradigmática del desvanecimiento de este gran pacto social europeo. Una desigualdad desmedida -que se alimenta de la evolución diferenciada de las rentas del capital versus las del trabajo en los países desarrollados, el desempleo estructural; la caída del nivel de salarios en puestos de baja o media cualificación; o el nivel de precariedad laboral que hay que reconducir con más flexiseguridad y evitando los abusos en la externalización laboral; son los ejes que hay que corregir para construir un nuevo pacto social más equitativo y justo.
El malestar se manifiesta en discursos populistas
El malestar social generado -según el informe- no adquiere carácter de conflictividad en la calle, pero sí se expresa en el momento de depositar el voto en la urna, optando por opciones de tipo populista como su perspectiva de mejora económica se ve debilitada. Este sentimiento no sólo se da en personas desempleadas o con trabajos de baja calidad, también lo hacen su parte de la clase media, como muchos pequeños empresarios que no sienten como propio un sistema que premia el accionariado y los altos directivos de las grandes corporaciones, frente a la figura del empresario, aquel que dedica su vida y compromete su patrimonio en un proyecto a largo plazo.
El Instituto de Estudios Estatégicos de Fomento afirma que «la tecnología no está en absoluto en contradicción con la consolidación de los derechos sociales. Además, la innovación tecnológica está en la base de los grandes avances sociales del último siglo. La reducción de la jornada laboral, la universalización de servicios básicos o el espectacular aumento de la longevidad son consecuencias de un progreso tecnológico bien conducido «.
La UE debe hablar con una sola voz
También señala que «la globalización puede, fácilmente, encontrarse con tendencias proteccionistas como, de hecho, está sucediendo. La nueva guerra fría entre EEUU y China no es más que una manifestación de este proteccionismo emergente. La mejor garantía para el libre comercio es gobernar la globalización. Una buena regulación, a todos los niveles, estimula la actividad empresarial, atiende a los derechos de los ciudadanos y brinda la posibilidad a todas las empresas, incluidas las pymes, de competir en igualdad de condiciones «.
Por este motivo, el think tank recoge que «la Unión Europea ha iniciado una política antimonopolio que se hace más necesaria que nunca» y subraya que «si en la legislatura que iniciamos la UE avanza de manera decidida en las políticas antimonopolio, favorecerá el crecimiento económico, estimulará la industria europea y aumentará la recaudación fiscal. Además, y quizás el más relevante, señalará como gobernar una economía globalizada desde una entidad supranacional «.
El Instituto afirma que «las amenazas persisten, y la mejor manera para superarlas es comprometernos en un nuevo pacto social que socave los fundamentos del discurso populista. Por ello, la Unión Europea debe implicarse en la armonización fiscal entre sus Estados miembros, a la vez que avanzar en la política antimonopolio».
También reivindica que «avanzar, simultáneamente, en una política de defensa y exterior comunes permitiría incidir, de manera más decisiva, en este nuevo orden global en el que nos adentramos. Europa debe hablar con una sola voz ante la reorientación de las políticas estadounidenses, y ante el auge de China «. Y resalta que «las instituciones europeas deben comprometerse claramente con este nuevo pacto social europeo».
En este análisis, el Instituto de Estudios Estratégicos considera que «la última aspiración no es otra que un gobierno global, que requiere una economía globalizada. Es un objetivo que, por su propia complejidad, hay que fijarse en el largo plazo. Mientras tanto, no podemos permanecer impasibles ante la posibilidad de que el malestar social y el deterioro de la política tradicional conduzcan a una involución descontrolada del proceso generalizado de apertura económica y de avance democrático».
PROPUESTAS
Desde la política
- Para evitar que millones de personas puedan situarse en la marginalidad, aumentar el salario mínimo, del mismo modo que se deberá analizar la oportunidad de algún tipo de renta mínima. Actualmente, la redistribución de la renta a favor del capital en mayor medida merma la compensación de los asalariados, y conlleva que no haya una evolución apropiada de los salarios.
- Colaboración público privada: desde la lealtad y la confianza mutua, abordar nuevas iniciativas de interés general como, por ejemplo, en el ámbito de la educación y la formación de los jóvenes, particularmente en el campo de la formación Profesional, y en el que los agentes económicos y sociales deben participar en su debate.
Los jóvenes presentan hoy en día un elevado nivel de desempleo, condiciones laborales precarias y sin poder de negociación con los empleadores. En este sentido, su nivel adquisitivo ha disminuido significativamente a partir de la crisis económica, lo que implica dificultades para emanciparse y una elevada disminución en el consumo. Es importante destacar que se debería cambiar el paradigma educativo, apostar por una formación dual y real, promulgada desde las empresas que permita a los jóvenes la entrada al mundo laboral a la vez que se forman y capacitan.
Desde la empresa
- La gran corporación debe hacer suyo el debate hacia este nuevo pacto social y debe liderar.
- Sin el nivel adecuado de justicia distributiva, el sistema no será sostenible. Asumir el concepto de predistribución o, dicho de otro modo, avanzar hacia unos salarios suficientes que palien la necesidad de la tradicional redistribución e ir hacia un crecimiento económico inclusivo.
- Desarrollo de los sistemas educativos y de formación. Cada trabajador debe tener la posibilidad de desarrollar, mantener e incrementar sus habilidades en todo el ciclo de su vida, así como potenciar su capacidad de adaptación a los cambios en la demanda de trabajo para nuevos lugares y para diferentes habilidades .
Cabe destacar que un avance hacia una armonización fiscal permitirá favorecer el consumo y la demanda interna, estimular la industria, impulsar el emprendimiento y, por tanto, un factor de ayuda para acelerar el crecimiento de la economía. La fiscalidad debería condicionar en positivo las decisiones económicas y no ser un obstáculo como lo es actualmente. Debería incentivar el ahorro a largo plazo, fomentar la actividad empresarial, ayudar en los procesos de inversión y financiación (tanto a nivel de emprendimiento como de actividades de I + D), y ser una mejora para los ciudadanos a nivel global «. Sin embargo, reconoce que «la gran asignatura pendiente es acabar con la economía sumergida que se encuentra en una media del 25,2% del PIB para el período abarcado entre 1.991 a 2.015».
El Instituto de Estudios Estratégicos de Fomento reafirma que «el capitalismo, entendido como la capacidad del mercado de estimular la iniciativa privada y la asunción de riesgo y de ordenar de forma eficiente las decisiones económicas, es un generador de riqueza extraordinario . Además, cuando la política lo regula adecuadamente, se garantiza una gran cohesión social. Ahora la finalidad es favorecer este reencuentro y armonía entre economía y política. A los que creemos en ello nos corresponde, más que a nadie, comprometernos en este nuevo pacto social. Es un reto que asumimos».
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