- Según el Banco de España la inflación se reducirá significativamente a partir del año que viene ya que las fuertes tensiones inflacionistas actuales son de carácter temporal.
El IPC del mes de marzo registra una variación anual de 9,8% en el conjunto de España (7,6% en febrero) y de 9,5% en Cataluña (7,4% en febrero).
Como principal influencia al alza en la variación anual, destacan los grupos de vivienda (electricidad y gasóleo para la calefacción), transporte (carburantes y lubricantes para vehículos personales), alimentos y bebidas no alcohólicas (pescado y marisco, legumbres y hortalizas, leche, queso y huevos, y carne) y hoteles, cafés y restaurantes (restauración y los servicios de alojamiento).
Asimismo, la variación mensual para el conjunto de España, es decir, de febrero respecto a enero, registra un aumento de 3,0%, más de dos puntos por encima de la variación mensual de febrero. Las repercusiones más destacadas corresponden a las parcelas de electricidad y carburantes y lubricantes para vehículos personales, ya que en conjunto explican el 68% de la variación mensual del IPC.
Por otra parte, la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) se sitúa en el 3,4% en marzo; cuatro décimas más que en febrero.
La inflación en España es superior a la europea
El IPCA anual para España del mes de marzo es de 9,8%, frente al 7,6% del mes de febrero. En la Unión Europea, el IPCA aumenta del 5,9% hasta el 7,5%.
Es importante señalar que el diferencial de inflación con Europa es positivo desde el mes de abril del 2021. Un diferencial positivo respecto a los principales socios comerciales de España y Cataluña significa una pérdida de competitividad en términos relativos.
Según el Banco de España la inflación se reducirá significativamente a partir del año que viene ya que las fuertes tensiones inflacionistas actuales son de carácter temporal
El 5 de abril el Banco de España publicó sus proyecciones macroeconómicas para la economía española del período 2022-2024. Estas previsiones están rodeadas de un grado de incertidumbre particularmente elevado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, a pesar de que la evolución epidemiológica haya posibilitado una nueva relajación de las medidas de contención.
A pesar de que los flujos bilaterales de comercio entre España con Rusia y Ucrania son reducidos, la incidencia del conflicto bélico es más notoria a través de otros canales indirectos. El más importante, según el Banco de España, es el coste de las importaciones de materias primas energéticas, alimenticias y metálicas; mercados en donde ambos países tienen un peso importante como productores y exportadores.
El intenso repunte en los precios del petróleo y del gas, por ejemplo, ha intensificado aún más el encarecimiento de ambas materias primas, con consecuencias significativas para consumidores y empresas, por la vía del encarecimiento de costes y el aumento de la cesta de consumo.
Pero las consecuencias del conflicto se extienden más allá de los mercados energéticos, afectando el coste y provisión de trigo, paladio, cobre o níquel, agravando así las dificultades en las cadenas de suministro que ya eran relevantes antes de la guerra.
A todo este escenario de dificultades hay que añadir, como señala el Banco de España, el elevado nivel de incertidumbre que tendrá incidencia en las decisiones de gasto e inversión.
En definitiva, la guerra podrá tener un impacto estimado de entre 1 y 1,5 puntos porcentuales sobre el crecimiento del PIB mundial.
En cuanto a la inflación en España, concretamente, el Banco de España destaca como fuentes principales, el encarecimiento de la energía y el desabastecimiento de algunos productos originado por la huelga de transporte de mercancías por carretera. “Las consecuencias de la guerra de Ucrania han reforzado las fuentes inflacionistas que se venían registrando con anterioridad”.
En este sentido, se proyecta una senda de inflación del 7,5% en 2022, que se moderará significativamente hasta el 2,0% en 2023 y el 1,6% en 2024. Por otra parte, la inflación subyacente sería del 2,8% este año, del 1,8% el que viene y del 1,7% para el fin del horizonte de proyección.
Según el Banco de España, “un supuesto crucial que subyace a las proyecciones es el de una respuesta moderada de los incrementos salariales a la inflación, lo que evita que se desencadenen fenómenos de retroalimentación entre los crecimientos de los salarios y los precios finales, y, por tanto, un agravamiento adicional del proceso inflacionario, con consecuencias adversas sobre la competitividad exterior y sobre la actividad y el empleo de la economía”.
Además, “si los hogares perciben que la persistencia del repunte de los precios será relativamente limitada, tenderán a responder al encarecimiento de su cesta de bienes y de servicios ajustando temporalmente a la baja su ahorro en lugar de su consumo”.
Por otra parte, “la inversión de las sociedades no financieras acusará a corto plazo el repunte de la incertidumbre derivado de la guerra, el impacto adverso del aumento de costes de producción sobre los márgenes empresariales y la persistencia de las alteraciones en las cadenas de suministro”.
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