Expansión /Gabriel Trindade
Pese a que los servicios secretos se suelen considerar un territorio exclusivo de gobiernos, lo cierto es que las grandes empresas cada vez requieren
más las actuaciones de este tipo de profesionales. Como si fuera el inicio de una novela de John le Carré, Foment del Treball reunió ayer a tres antiguos espías, ahora reconvertidos en consultores del sector privado, para analizar los retos de un negocio hermético y opaco. El comité de seguridad de la patronal, presidido por Javier Mirallas, invitó al exjefe de los servicios de inteligencia de México y socio fundador de Madison Intelligence, Jorge E. Tello; al exmiembro del MI6 y director de Aleco, Adrian Stones, y al exanalista de la CIA y consultor de seguridad Roniel Aledo. Con perfiles diferentes entre sí, estos profesionales dieron pinceladas de un mundo un tanto inverosímil, aunque sobrecogedor.
Entre los asistentes, el exconseller Felip Puig y el exjefe de la Guardia Urbana de Barcelona, Xavier Vilaró.
Tello aseguró que la actividad de su empresa es conseguir información estratégica y ofrecer análisis avanzados para ayudar a las compañías a minimizar los riesgos y maximizar las ganancias de sus clientes. La compañía trabaja en todo tipo de áreas de seguridad jurídica, estabilidad sociolaboral, ciberseguridad o espionaje industrial, entre otros. ¿Se incurre en ilegalidades? “A diferencia de lo que puede ocurrir con los gobiernos, para la empresa los límites están en el marco legal de los países”, aseguró.
La versión de Aledo es un poco diferente. Señaló que en este sector se pueden encontrar sobornos y extorsiones a periodistas y políticos. “Se aplican métodos similares a los que utilizan los servicios secretos”, dijo. Este exanalista de la CIA señaló que no todas las actividades de espionaje empresarial son de gran complejidad y recordó un famoso caso entre dos gigantes de la informática: a principios de los 2000, se hizo público que Oracle había rebuscado entre la basura de Microsoft para conocer sus últimos avances tecnológicos.
Tras ir a juicio, Oracle logró salir indemne de la jugarreta. Stones, exagente del MI6, explicó alguno de los encargos que recibe. “Recientemente, aceptamos un trabajo sobre Argentina: querían saber cómo una investigación judicial afectaba a una empresa vinculada a la familia del presidente y qué implicaciones podía tener para él”, expuso. También apuntó el interés de muchas empresas por desembarcar en Cuba o por conocer la seguridad
jurídica de los nuevos concursos de renovables en España. “Los directivos que toman decisiones en las empresas quieren respuestas inmediatas, con márgenes de apenas dos o tres días”, añadió.
Stones señaló que el precio de los informes que realiza se suelen situar en torno a los 20.000 euros.
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