Empezamos una semana normal en la vida de un emprendedor.
Lunes por la mañana, 10 de la mañana hora local.
Reunión de new business -posible nuevo cliente- mediante videoconferencia con el equipo directivo de una empresa nacional con experiencia en su mercado, pero poco conocida por el público en general.
Les ofrecemos nuestros servicios integrados de comunicación. Ellos nos cuentan que están a punto de lanzar al mercado un nuevo producto y que tienen puestas todas sus expectativas en él para poder aliviar los números en el próximo H1.
Llevan invertido en el proyecto una cantidad considerable de recursos. Hablan de nuevos acuerdos con grandes superficies, de intensificar la actividad comercial en Catalunya, en España y en algunos mercados internacionales, pendientes de definir, de la importante inversión económica que está realizando para que todo esté listo y de lo que supone en su cuenta de resultados actual…
El tiempo va pasando y la reunión se va haciendo cada vez más informal. Tras una primera media hora más seria pasamos a hablar de temas que les preocupan y les interesa por igual, temas tales como si la publicidad programática y las redes sociales funcionan solas o es mejor utilizarlas como complemento a otras acciones de mayor envergadura, si es mejor invertir en Latinoamérica que en Europa, si esforzarse en tener una empresa sostenible aumenta la fidelidad de los nuevos consumidores según los efectos de la pandemia, si las nuevas tendencias como el blockchain, el voice marketing o la influencia del 5G van a dar otra vuelta de tuerca al mercado, si el periodo postcovid será diferente o guardará alguna similitud con lo que era su mercado antes de la pandemia o si las agencias de comunicación y los departamentos de marketing van por detrás o por delante de la tecnología y sus aplicaciones prácticas.
Temas relevantes en estos momentos de cambio en el que la incertidumbre sobrevuela todos nuestros tejados. La reunión finaliza cordialmente. Se comprometen a pasarnos un presupuesto estimativo para que les preparemos una propuesta de campaña que les ayude a triunfar con su nuevo proyecto.
Martes por la tarde, 10 de la mañana en Costa Rica.
Reunión por videoconferencia con el equipo directivo de una de las empresas más importantes del sector en su país y en toda la región de Centroamérica. Ya conocen nuestros servicios, y el tema principal de la reunión es la resolución de dudas respecto una posible campaña de captación de nuevos clientes en EEUU.
Comentamos la posibilidad de realizar un estudio aprovechando el big data para averiguar en qué estados hay una mayor cantidad de público objetivo que podría estar dispuesto a contratar sus servicios, ahora que ya han abierto algunos vuelos entre ambos países.
Tratamos la importancia de no depender solo de las redes sociales para realizar cualquier operación, y complementarla con un reducido equipo comercial local en las zonas a activar la acción, y con una campaña que además de comunicar le otorgue a la compañía algo más de dimensión, ya que estamos hablando de un lanzamiento de un servicio nuevo, pero no novedoso para el consumidor norteamericano.
Hablamos sobre nuevas tendencias de marketing como el newsjacking o el viraljacking para llegar a la población desde noticias relacionadas con su empresa o contenidos relacionados con su mercado.
La reunión finaliza cordialmente. Se comprometen a pasarnos un presupuesto estimativo para que les preparemos una propuesta de campaña que les ayude a triunfar con su nuevo servicio.
Miércoles por la tarde.
Recibimos los dos presupuestos. Aunque se trate de empresas de cierta relevancia económica, ambos son claramente insuficientes para los objetivos que nos han propuesto y que se han marcado. Si los aceptamos, corremos el riesgo de que la campaña no funcione como esperan y podamos centralizar todas las culpas.
Si no los aceptamos, perdemos la oportunidad de añadir dos clientes a nuestra cartera y mejorar -aunque menos de lo que esperábamos- nuestra cuenta de resultados.
Viernes por la mañana.
Respondemos a ambos prospects con total honestidad:
“Lamento decirles que el presupuesto que nos proponen no es suficiente para cumplir sus objetivos. Después de estudiar bien su caso, aquí les proponemos un plan realista de mínimos con el que pensamos que podrán obtener la respuesta deseada, aunque económicamente es algo más elevado de lo que esperaban y en términos de plazos de ejecución se dilata respecto a sus pretensiones de lanzamiento, esto es lo que deberían hacer, o esperar a mejores circunstancias para lanzar”.
Conclusiones: aunque estemos hablando de dos proyectos con 9.000km de distancia entre ellos, los dos tienen los mismos problemas: exceso de confianza en la comunicación, falta de datos realistas y falta de presupuesto suficiente dada la situación actual.
No se le pueden pedir milagros a una estrategia, ni a una campaña, ni a una planificación de medios. No se puede avanzar con el freno puesto. Y es nuestra responsabilidad, ya que cuentan con nosotros como expertos, actuar de manera ética en lugar de jugárnosla con el dinero de otros y después si te he visto no me acuerdo.
En estos tiempos en los que una inversión en comunicación y en lo que sea es tan importante para cualquier empresa de cualquier lugar del mundo, pensar en su beneficio es, en el fondo, pensar en el beneficio de todos.
Artículo de Alberto Fernández, CEO & Founder de IM+C, agencia de medios creativa.
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