2014 es un año de cambio de ciclo institucional en la Unión Europea, con las elecciones al Parlamento Europeo en mayo y la renovación de la Comisión Europea en noviembre. Circunstancia que debería ser aprovechada para progresar con pasos firmes hacia una Unión Europea más integrada, más simple, más eficaz y más volcada en sus empresas.
Como viene siendo habitual ante la convocatoria de unas elecciones al Parlamento Europeo, las organizaciones empresariales europeas, a través de BUSINESSEUROPE y de las respectivas organizaciones estatales han presentado sus prioridades para la próxima legislatura 2014-2019, que se articulan en torno a cinco ámbitos: la competitividad como eje de las políticas europeas; completar la Unión Económica y Monetaria; un mercado interior europeo cohesionado y eficiente; una política europea renovada en materia social y de empleo; y una política comercial al servicio de una Europa competitiva a escala global.
Se requiere una acción urgente para mejorar la competitividad europea, con un cambio sustancial en las diferentes políticas, en especial en materia de industria, innovación, energía y medioambiente. Europa está perdiendo terreno frente a EEUU y Japón o países emergentes como China o India. Entre otros factores, porque la presión fiscal global, en porcentaje del PIB, es un 50 % superior en la Unión Europea que en EEUU y un 30 % mayor que en Japón; los requisitos administrativos para establecer una nueva empresa son 3 veces más gravosos que en las economías desarrolladas competidoras, como EEUU; los precios de la energía industrial en la UE son más del doble que los de EEUU y Rusia, y un 20 % superior respecto a China; y el gasto en I+D en porcentaje del PIB se ha mantenido en torno al 2 % en la última década, muy por debajo del objetivo del 3 % fijado para 2020 y de lo logrado por Japón (3,4 %) y Estados Unidos (2,8 %).
En materia industrial, el objetivo principal ha de ser aumentar la contribución de la industria hasta el 20 % del PIB europeo en 2020.
En materia de innovación es necesario establecer unas condiciones marco favorables que permitan traducir los resultados de la investigación en productos de mercado y hacer un mejor uso de las tecnologías digitales como factor clave para el crecimiento de las empresas, incluso en sectores tradicionales.
Asimismo, es necesario desarrollar una política energética y climática que garantice que los objetivos de competitividad de costes, seguridad del suministro y medioambientales se sitúen en pie de igualdad. Los precios de la energía en la UE se han incrementado hasta niveles sin precedentes, lo que está afectando a su competitividad y podría suponer la pérdida, en el horizonte de 2035, de un tercio de sus exportaciones mundiales de productos con un gran consumo energético. Lo que, sin duda, es importante para los 52 millones de personas cuyo trabajo depende directa o indirectamente de la producción industrial.
Se ha de continuar con el proceso de fortalecimiento de la Unión Económica y Monetaria (UEM), a través de una mayor coordinación de las políticas económicas y un seguimiento más estrecho de los esfuerzos de reforma estructural. Es esencial lograr una
Unión Bancaria plena, que favorezca el restablecimiento del crédito y la confianza delos inversores. Así como progresar en la Unión Fiscal, con la creación de una capacidad fiscal común, a fin de aumentar la resistencia de la UEM ante eventuales turbulencias económicas.
Para nuestras empresas, el mercado interior europeo es, junto a la moneda única, la piedra angular del proceso de construcción europea y uno de sus logros más tangibles. De hecho, la Unión Europea, a través del mercado interior europeo, aporta anualmente un 5 % de media al PIB de los Estados miembros. Pero deben desarrollarse medidas tendentes a lograr un mercado interior más cohesionado y eficiente. No a través de más legislación, sino mediante una mejor aplicación de las normas existentes en materia de libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales, con menos burocracia y con el refuerzo del principio de reconocimiento mutuo.
El cuarto eje de las prioridades empresariales es la renovación de la política laboral. Deben intensificarse las reformas del mercado laboral, introduciendo una mayor flexibilidad y productividad en mercados de trabajo abiertos, dinámicos y móviles, promoviendo medidas que fomenten la creación de empleo y el crecimiento. Asimismo, la Unión Europea debe plantearse el objetivo de educar mejor para el empleo y fomentar el espíritu emprendedor.
Por último, la Unión Europea debe desarrollar una política comercial exterior ambiciosa, basada en el principio de reciprocidad y beneficio mutuo, propiciando el multilateralismo con el impulso de la Organización Mundial del Comercio, sin dejar de desarrollar los acuerdos bilaterales, como el recientemente firmado con Canadá, o el importante acuerdo con EEUU que se está negociando actualmente. 30 millones de puesto de trabajo europeos dependen de los mercados de exportación de fuera de la UE. Aumentar las oportunidades de mercado para las empresas europeas en los mercados mundiales es crucial para promover el crecimiento y el empleo.
El Parlamento Europeo ha visto cómo sus competencias legislativas han ido aumentando hasta convertirse en un legislador en pie de igualdad con el Consejo de Ministros de la UE. Más de las dos terceras partes de la legislación que se aplica en los Estados miembros tiene du origen en la Unión Europea. El 25 de mayo se celebran elecciones europeas. Es un buen momento para hablar de Europa. ¡Hablemos de Europa!
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